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Seth y Horus

Los Dioses Seth Y Horus

«Geb, la tierra, y Nut, el cielo, estaban separados por su padre Shu, el aire. Y esto ocurre durante 360 días.

Gracias a un juego, el dios Thot, consigue ganar cinco días, durante los cuales Geb y Nut logran unirse, engendrar y dar a luz cuatro hijos: Osiris, Seth, Isis y Neftis, que nacieron por este mismo orden.

Osiris, que se casó con Isis, desde el comienzo de su reinado se preocupó de apartar a los egipcios de la vida salvaje, haciéndoles conocer los frutos de la tierra, dándoles leyes y enseñándoles a respetar a los dioses. Más tarde, viajó por toda la tierra llevando la civilización. En su ausencia, Seth, no se atrevió a modificar nada pues Isis mantenía una estricta vigilancia y conservaba todos los asuntos de su marido en buen orden. Pero al regreso de Osiris, Seth junto a sus cómplices, le tendió una emboscada: tomó en secreto el largo del cuerpo de este y mandó construir un espléndido sarcófago que mandó que llevase a la fiesta que en honor a Osiris se iba a celebrar. A la vista del sarcófago todos los invitados quedaron atónitos y Seth prometió que se lo regalaría al que allí se acostase y le viniese justo. Los invitados entonces lo probaron uno a uno, pero ninguno lo encontró apropiado a su medida. Finalmente, se metió Osiris y los encontró justo a su talla.

En este mismo instante, Seth y sus cómplices, se abalanzaron sobre el sarcófago para ponerle la tapa y, mientras unos aseguraban los clavos, otros se ocuparon de sellarlo con plomo derretido.

Terminada la operación, llevaron el sarcófago hasta el río y lo lanzaron. Éste fue arrastrado por la corriente y salió al mar por el brazo tanítico.

Todo esto ocurrió el día 17 del mes Hat-hor, en el año 28 del reinado de Osiris.

La diosa Isis, deambuló por todas partes, presa de una gran angustia, y a quien hallaba le preguntaba si había visto el sarcófago. Encontró a unos niños que le indicaron el brazo del río por el que los amigos de Seth habían hecho llegar el féretro hasta el mar.

A continuación, supo Isis que Osiris, en un arranque de pasión, y en un instante de confusión, tuvo contacto carnal con Neftis, a quien equivocadamente tomó por Isis. Ésta, había dado a luz a un niño que abandonó por temor a Seth. Isis lo encontró, cuidó y el niño, Anubis, se convirtió en su acompañante y guardián.

Tiempo más tarde, Isis recibió la noticia de que el sarcófago había sido arrastrado por el mar hasta la ciudad de Biblos, donde las olas lo habían depositado al pie de un sicómoro.

Este árbol encerró en su interior el sarcófago y creció a su alrededor. El rey del país, asombrado por el extraordinario desarrollo del árbol, dio orden de cortar el tronco que contenía el féretro oculto, y de hacer con él una columna que sostuviese el techo de su palacio.

Isis, avisada de este hecho por un viento divino, se trasladó a Biblos. Se sentó al lado de una fuente abatida y llorosa, y no dirigió a nadie la palabra. Pero cuando pasaron las servidoras de la reina, las saludó, conversó con ellas e impregnó sus cuerpos con el aroma sorprendente que se desprendía de su propia persona.

Cuando la reina volvió a ver a sus servidoras, sintió deseos de conocer a la extranjera, gracias a la cual sus cabellos y cuerpos esparcían un aroma de ambrosia. Les mandó buscarla e hizo de ella su amiga más íntima.

También se cuenta que a veces Isis se convertía en golondrina, y así volaba gimiendo en torno a la columna que sostenía el techo del palacio.

Todo esto duró hasta que un día la reina se puso a espiar a la diosa. Entonces Isis se mostró en su aspecto divino, y reclamó la columna que sostenía el techo. La abrió y dejó las maderas al cuidado del rey y la reina, quedando depositadas en el templo y siendo objeto de veneración.

Subió el féretro a un navío y retornó a Egipto.

En el primer lugar solitario que encontró, y en el momento que se creyó absolutamente sola, abrió Isis el féretro y arrimó su rostro al de Osiris, abrazándolo y llorándolo. Después depositó el sarcófago que contenía a Osiris en un lugar apartado.

Pero una noche, Seth, que había salido a cazar aprovechando un claro de luna, lo encontró y reconoció su cuerpo, lo dividió en 14 partes y las dispersó por todos lados.

Enterada de lo que había pasado, Isis, comenzó a buscarlas, se subió a una barca hecha de papiros y recorrió el río: en cada lugar donde descubría una parte del cadáver, mandaba erigir un sepulcro.

La única parte del cuerpo de Osiris que Isis no llegó a encontrar fue el miembro viril.

Inmediatamente después de haberlo arrancado, Seth lo había arrojado al río y los peces se la habían comido.

En lugar de este miembro, Isis fabricó una imitación, y así consagró la diosa el falo.

Ayudada por Anubis, recompuso el cuerpo de Osiris y, con su magia, Isis volvió a la vida a su esposo, pero no a la vida de los mortales, sino como rey de los muertos.

Entonces Isis mantuvo con Osiris contacto carnal y engendraron a Horus. Osiris, regresó al mundo de los muertos pero adiestró a Horus para la guerra y el combate, a fin de que vengara a sus padres y recuperase el trono de Egipto.

Cuando estuvo suficientemente preparado para la guerra, libró una gran batalla contra su tío Seth.

Cada uno pretendía más de lo que el otro estaba dispuesto a ceder. Entonces se atacaron y lucharon entre sí. Arrojaron sus armas y pelearon a puño limpio. Fue así que Seth arrancó un ojo a Horus. Pero Horus en su inmenso dolor le pulverizó los testículos. Se debilitaron y cayeron al suelo. Por causa de esta disputa, sus países amenazaban morir de hambre y destruirse.

Seth levantó un proceso contra Horus en la asamblea de los dioses, acusándole de ser un bastardo y cuestionando por tanto su legitimidad en el trono de Egipto.

Con ayuda de Thot, Horus ganó el proceso y fue considerado legítimo ante los dioses.

Pero Seth no se conformaba con su suerte, y como vio que Ra le era favorable y confiando en su invencible fuerza, se empeñó en sostener otro combate con Horus.

Esta vez construyeron dos barcas de piedra, pero la de Horus era de madera forrada de estuco, por lo que cuando llegó la hora del combate, la barca de Seth se hundió rápidamente. Seth, transformándose en hipopótamo, volcó la de Horus. Pero los dioses impidieron que Horus matara a Seth con su arpón.

Entonces tomó partido Osiris a favor de su hijo, diciendo que él era el dios de la fertilidad.

Ra contestó que sin él nada crecía en la tierra.

Pero Osiris hizo ver a los dioses que él era el dios de la vida y de la muerte y que podía destruir el mundo si quería.

A la asamblea de dioses no le quedó más remedio que reconocer a Horus como el único rey de Egipto por toda la eternidad.

Seth, por el contrario, fue incluido en el séquito de Ra, diciéndole:

"¡Ponte de pie, oh Seth, bien amado de Ra!

¡Permanece en tu lugar en la nave de Ra!

Él ha recibido su corazón como justificación.

Tú derrotas a los enemigos de Ra todos los días".

(Papiro Vaticano)

Lo conservó en los cielos como su hijo, y le entregó el trueno para que los hombres no cesaran nunca de temerle.»

...

Bibliografía

El mito del dios Seth Teresa Bedman González https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-mito-del-dios-seth-0/html/001aa1e2-82b2-11df-acc7-002185ce6064_2.html



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